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sábado, 6 de diciembre de 2008

Por qué los profetas no lo vieron venir. Por David Fernández

Los 'gurús' de la economía no anticiparon la crisis por miedo a disentir y por interés. Muchos analistas también viven del negocio.

Imagínese que usted forma parte de una de las instituciones económicas más influyentes del mundo como es la London School of Economics. Imagínese también que ejerce de anfitrión junto con sus colegas durante una visita de la reina Isabel II a la sede del centro. En principio, uno de tantos actos protocolarios de guante blanco. Imagínese que la soberana de todo un Imperio se salta el protocolo para lanzar al aire una pregunta que seguro también se la hace el tendero de la esquina: "¿Por qué nadie ha sido capaz de anticipar la que se nos ha venido encima?". Deje de imaginar. La situación es real, ocurrió el pasado noviembre y ejemplifica cómo la crisis económica ha puesto en evidencia los pronósticos económicos. Hasta tal punto han fallado las previsiones que uno de los pocos que anticipó el crash, Nouriel Roubini, ha traspasado la línea que separa al economista de la estrella del pop y ahora va impartiendo doctrina por medio mundo en conferencias avaladas con cheques de varios ceros.


Simples turbulencias, desaceleración, crisis, recesión, ¿depresión? Esta es la secuencia que han seguido las previsiones de Gobiernos (incluido el español, que hasta bien entrado 2008 se negó a hablar de crisis), organismos internacionales, escuelas de negocios, reputados consultores y gurús de la gestión empresarial. Nadie tiene una bola de cristal para anticipar el futuro. Como decía Karl Popper, "predecir el nacimiento de la rueda es inventarla". Además, una crisis económica como la actual, la peor para muchos desde 1929, presenta varias raíces inéditas que han aflorado al mismo tiempo, lo que complica cualquier análisis. Sin embargo, estas dificultades no deben servir de excusa para esconder que los modelos de estimación económica presentan algunos vicios que limitan sus probabilidades de éxito. Conflictos de intereses, falta de transparencia, miedo a ir contracorriente ("fuera del consenso hace mucho frío", ironiza un experto) o la resistencia a dar voz a los críticos con el sistema económico durante el largo periodo de bonanza porque sus teorías no venden son algunos de estos vicios.

Hace un año este periódico pidió a 15 casas de Bolsa que dijeran en qué nivel se situaría el Ibex 35 en diciembre de 2008. El precio objetivo medio situaba el índice bursátil español en 17.300 puntos. El Ibex 35 está hoy por debajo de los 9.000 enteros. En defensa de los analistas hay que decir que en ese momento la crisis financiera aún no había mostrado su cara más violenta y que la economía real no se había contagiado. Lo que ya tiene menos explicación es que el pasado junio, cuando la metástasis de las hipotecas basura se había extendido por todo el sistema, la venta de optimismo seguía siendo la tónica dominante.

Credit Suisse, UBS, Citigroup, JPMorgan, Deutsche Bank, Goldman Sachs y Exane BNP Paribas son algunas de las firmas de Bolsa más importantes del mundo. En conjunto analizan las acciones de más de 10.000 compañías cotizadas. Pues bien, en junio sólo un 13% de sus consejos eran de vender acciones. El resto de recomendaciones a sus clientes eran de comprar o en el peor de los casos de mantener los títulos en cartera.

¿Por qué cuesta tanto escribir en un informe de Bolsa la palabra vender? "Por la propia estructura del mercado. Una entidad financiera suele tener conflictos entre el análisis y el negocio. Esta situación puede significar que la independencia de los analistas a la hora de emitir sus opiniones se vea limitada", reconoce Rafael Sarandeses, secretario general del Instituto Español de Analistas Financieros. A pesar de entonar el mea culpa, Sarandeses matiza que esta crisis no se debe a los errores de los analistas sino "a los fallos de los supervisores financieros y a las malas prácticas de las agencias de calificación de riesgos".

Sería injusto centrar todas las críticas en los analistas de Bolsa. Sus colegas macroeconómicos tampoco han estado muy finos. En enero de 2007 el consenso de mercado (bajo este concepto se engloban organismos supranacionales como el FMI, el Banco Mundial o la OCDE cuyos juicios deberían estar a salvo de las tentaciones que acechan a las instituciones privadas) preveía un crecimiento del PIB en EE UU y en la zona euro del 3% y del 2,1%, respectivamente. En noviembre de 2008 esas expectativas habían caído al 1,4% y al 1%. "Las crisis ocurren porque son inesperadas. Si todo el mundo las esperase no se materializarían. Además, en este caso nos hemos topado no con una crisis, sino con tres al mismo tiempo: la financiera, la hipotecaria y la económica", se defiende José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup en España. Entonces, ¿no cree que haya que ajustar en nada los modelos económicos? "Todos los economistas manejamos varios escenarios. Quizás esta crisis lo que nos enseñe es que debemos aprender a asignar una determinada probabilidad al escenario elegido. No es lo mismo que digamos que va a producirse determinado acontecimiento cuando el margen de acierto que manejamos es de sólo el 40% que cuando asignamos a nuestro pronóstico el 80% de probabilidades. Esta crisis va a forzar una mayor transparencia en las previsiones".

Al calor de cada burbuja suelen surgir teorías que hablan de cambios revolucionarios que transformarán por completo el sistema económico. Estos planteamientos, sin embargo, suelen desinflarse casi a la misma velocidad que la burbuja que los amparó. A finales del siglo pasado se popularizó el concepto de Nueva Economía según el cual el desarrollo de Internet y otras tecnologías harían que pasásemos de una economía industrial a una economía del conocimiento y, como consecuencia de ello, se acabarían los ciclos económicos. Que le pregunten a las personas que hacen cola a cientos a las puertas del Inem si todavía existen los altibajos en economía... Con la burbuja financiera de los últimos años, diferentes think tanks han puesto de moda otra teoría no menos visionaria bautizada con el nombre de decoupling. La corriente de pensamiento que está detrás de este vocablo viene a decir que las reformas estructurales acometidas por los países emergentes les permitirán seguir con su senda de crecimiento con independencia de lo que ocurra en las economías desarrolladas. En los últimos dos meses se ha vuelto a comprobar que cuando las economías occidentales tosen, el resto, como mínimo, se resfría. China echa el freno a su espectacular crecimiento, los inversores castigan las divisas de México y Brasil, Rusia se ve forzada a cerrar en varias ocasiones sus mercados, Argentina desempolva medidas confiscatorias... En fin, todo un déjà vu.

"No creo en los gurús. Es una tendencia a abolir", sentencia José de Rafael, director de la Asociación Española de Empresas de Consultoría. "No se puede opinar más que con altos conocimientos de la situación. Se han corrido muchos riesgos por la proliferación de los mal llamados gurús. Siempre están los arribistas que tiene más pico que los demás, y en un determinado momento sus teorías pueden llegar a convencer". A pesar de la fuerte crítica a los analistas estrella, De Rafael opina que las previsiones económicas en esta crisis no han resultado tan erróneas. "La crisis se veía venir desde hace 14 meses. Lo que los expertos no han sabido anticipar ha sido su intensidad. Además, la raíz de la crisis no es financiera, sino de valores, y esto es imposible de predecir. La codicia y la corrupción han prevalecido sobre la ética empresarial", añade este experto.

El escritor especializado en temas de management Peter Drucker solía decir que el término gurú se había convertido en una palabra bastante popular debido a que la etiqueta alternativa de charlatán era demasiado larga para usarla en un titular periodístico. En los últimos años las conferencias de los grandes expertos en gestión empresarial han desbordado todos los aforos. Cientos de discursos y power points para encontrar la receta del éxito, pero pocas voces que alarmasen sobre lo que se estaba gestando. "Que yo recuerde, de los economistas extranjeros sólo adelantaron la crisis Nouriel Roubini y Paul Krugman mientras que entre los españoles destacan Ignacio Garikano y Xabier Mena", recuerda Alberto Saiz, director de HSM España, empresa especializada en contenidos de gestión empresarial y organizadora de Expomanagement. "Es más fácil subirse a la ola del pensamiento reinante que hacer un estudio profundo de la situación. En este sentido, yo también criticaría la actitud de los medios de comunicación por popularizar algunos mensajes", añade. "La verdad absoluta no la tiene nadie. Nuestra misión es inspirar a los ejecutivos para que encuentren alternativas para desarrollar sus estrategias, no decirles lo que tienen que hacer".

Tanto Saiz como el resto de expertos consultados para este reportaje reconocen que ante el tema de las previsiones, sean estas económicas o de otra índole, las personas se mueven con un marcado sentido gregario y que, al igual que hace dos años era un milagro que un libro de management o un economista crítico se abrieran paso, ahora se corre el peligro, por la ley del péndulo, de que sólo quede espacio para los agoreros. "Los seres humanos queremos oír aquello que se adecúa a nuestros patrones mentales. Si antes lo único que parecía vender eran las noticias buenas, ahora parece que triunfan las previsiones pesimistas", señala el director de HSM. "Tanta incertidumbre obliga a converger en posiciones, se traduce en una cierta opinión consensuada. Aunque con puntuales discrepancias, todos buscamos saber la opinión del de al lado. Ahora puede que corramos el riesgo de irnos al otro extremo: caer en el pesimismo absoluto y no valorar las cosas buenas que se están haciendo", añade José Luis Martínez.

Pero, cuidado, conviene no pasarse de frenada en la teoría del caos. La realidad es tozuda y el éxito efímero. Y si no que se lo pregunten a Ariun Murti, experto de materias primas en Goldman Sachs. En marzo de 2005 Murti predijo que el precio del petróleo daría el salto de 50 dólares a 105 en sólo cuatro años. Se desvió sólo unos meses. La situación del mercado le llevó a doblar su apuesta en mayo pasado, situando el barril de crudo en 200 dólares en sólo dos años. Coincidiendo con este segundo augurio de Murti, el petróleo inició un vertiginoso descenso que le ha devuelto de nuevo a la zona de los 50 dólares.

Otra consecuencia de la crisis actual es que se ha puesto en duda un dogma de fe económico de los últimos años: el poder casi religioso del libre mercado. Incluso en el santa sanctorum del capitalismo como es Wall Street han tenido que hincar la rodilla y rogar una inyección de dinero público para resolver sus pecados. El retorno a políticas de corte más intervencionista ha vuelto a poner de moda al economista británico John Maynard Keynes, partidario de la intervención del Gobierno para estimular la economía.

Pero incluso él también erraba a veces en sus previsiones. Un día tuvo que salir del paso de las críticas de un economista rival que le acusaba de inconsistencia en sus argumentos. "Cuando los hechos cambian, yo cambio mi opinión, ¿qué hace usted, caballero?". Habría sido interesante oír la respuesta que hubiera dado Keynes a la pregunta de la reina Isabel II.


Frases proféticas
LOS QUE NO ACERTARON:

- Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), manifestó en junio de 2008: Nuestro escenario base señala que tendremos un recorte en el crecimiento del área euro durante el segundo y tercer trimestre de este año, para después retornar a la seda de un crecimiento moderado y progresivo en el cuarto trimestre.

- Simon Johnson, entonces economista jefe del FMI, se mostró así de convencido de la solidez de la economía mundial en primavera de 2007. Todos los riesgos que se ciernen sobre nuestras previsiones parecen menos amenazadores que seis meses atrás.

- José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno español, respondió así en junio a la pregunta de ¿hay crisis o no hay crisis?: Como todo, es opinable y depende de lo que entendamos por crisis. La economía crecía el año pasado por encima del 3,5% y este año va a crecer en torno al 2%.

LOS QUE ANTICIPARON LA CRISIS:

- Nouriel Roubini, profesor de economía en la escuela de negocios Stern (Nueva York) y director de la consultora RGE Monitor, escribió un informe en agosto de 2004 junto a Brad Setser en el que alertaba acerca de que los balances comerciales de las principales economías del mundo eran insostenibles y probablemente provocarían una crisis en el sistema económico en los próximos tres o cuatro años.

- William White, ex economista jefe del Banco Internacional de Pagos (BIS), con sede en Basilea, fue bastante consistente en sus críticas con las políticas monetarias demasiado laxas practicadas por los bancos centrales y las graves consecuencias que podía tener la expansión del crédito barato.

- Joaquín Almunia, comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, dijo en junio de 2006: El incremento de la deuda de las familias es un serio elemento de riesgo, especialmente a partir de 2008. El precio de la vivienda está sobrevalorado. El endeudamiento de los hogares nos conducirá a una situación cada vez menos sostenible.

Fuente: ElPaís.com
Autor: David Fernández

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