OPERACIÓN REDIMENSIONAMIENTO / OJO ADVENTISTA.
La mayoria de los articulos de "Estatologico" estan siendo transferidos a dos nuevas secciones de Ojo Adventista: OPINIONES del MUNDO y NUEVO ORDEN MUNDIAL.

domingo, 22 de marzo de 2009

Estados Unidos puede decir no. Por Ian Bremmer

A principios de este mes, el presidente de Kirguizistán, Kurmanbek Bakiyev, fue gorra en mano a Moscú para pedir ayuda financiera. Para que esta petición resultara más digerible, Bakiyev anunció que estaba solicitando que Estados Unidos cerrara su base aérea en Kirguizistán, que reabastece de tropas de la OTAN al vecino Afganistán. De la misma manera, a fines del año pasado, el Gobierno de Islandia le pidió ayuda a Rusia para rescatar su sistema bancario, mientras que el presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, visitó China con la esperanza de conseguir una inyección urgente de efectivo.

Algunos observadores mencionan estos episodios como evidencia de una merma en la influencia internacional de Estados Unidos. Pero existe un argumento más amplio: hasta ahora, con excepción de las sumas relativamente pequeñas ofrecidas a Kirguizistán, Rusia y China no han brindado demasiada ayuda.

En medio de lo mucho que se habla de un "mundo post-norteamericano", muchos observadores ven que hay un viraje desde un orden internacional dominado por Estados Unidos a un sistema multipolar, en el que países como China, Rusia y otros compiten por el liderazgo global ante una serie de riesgos comunes.

Hace más de cinco años, el presidente de China, Hu Jintao, proclamó que "la tendencia hacia un mundo multipolar es irreversible y dominante". Cuando Vladímir Putin se quejó durante una conferencia en Múnich el año pasado de que el unilateralismo estadounidense alimentara conflictos en todo el mundo, un ofendido senador John McCain le respondió que la confrontación era innecesaria en el "mundo multipolar de hoy".

Cuando, el pasado septiembre, Putin recibió en Rusia al presidente venezolano, Hugo Chávez, observó que "América Latina se está convirtiendo en un eslabón visible de la cadena del mundo multipolar que se está gestando". Chávez coincidió: "Un mundo multipolar se está convirtiendo en una realidad".

Todos ellos se equivocan. El dominio estadounidense está claramente en decadencia, pero un orden multipolar implica que varias potencias tengan opiniones diferentes sobre cómo debería manejarse el mundo, y estén dispuestas a actuar con vigor para promover sus respectivas agendas. Éste no es el caso.

Por el contrario, somos testigos del nacimiento de un orden no-polar, en el que los principales competidores de Estados Unidos siguen demasiado ocupados con problemas en sus países y con sus vecinos inmediatos como para echarse al hombro las responsabilidades internacionales más pesadas. Ni tan siquiera ninguna de las potencias emergentes ha comenzado a utilizar su creciente peso e influenciapolítica y económica para promover ambiciones verdaderamente globales, o asumir aquellas responsabilidades que Washington ya no puede afrontar.

Empecemos por Rusia. A pesar de sus crecientes vínculos con Venezuela y sus esfuerzos por coordinar una política energética con países ricos en gas natural en el norte de África, el Kremlin no aspira a reconstruir una influencia como la que tuvo en la era soviética en América Latina, África o el sudeste asiático. Este Kremlin tampoco tiene un atractivo ideológico al estilo soviético. Por el contrario, los líderes de Rusia están ocupados en proteger los mercados, las empresas y los bancos de su país de los peores efectos de la crisis financiera global, consolidando el control estatal sobre los sectores económicos domésticos y extendiendo su influencia en materia de política exterior en el ex territorio soviético.

La necesidad de China de satisfacer su sed de petróleo y otras materias primas importadas le ha otorgado una presencia internacional. Pero su influencia es más comercial que política. Los líderes de China deben dedicar su atención a un conjunto sorprendente de inquietudes apremiantes a nivel interno: cómo evitar una desaceleración económica que podría dejar a millones de personas sin empleo, las consecuencias en la población rural de la reforma agraria y los esfuerzos por afrontar los tremendos problemas ambientales y de salud pública.

En cuanto a India, debe garantizar su competitividad frente a la creciente sombra de China. De cara a las elecciones del año próximo, el gobernante Partido del Congreso está invirtiendo tiempo y dinero del Gobierno en subsidios para los consumidores, en aumentos salariales para los empleados públicos y en una condonación de la deuda para los agricultores.

Brasil, por su parte, también está preocupado y, al parecer, no tiene mayores aspiraciones en el corto plazo que promover la estabilidad en América Latina, pilotar los efectos de la crisis financiera global y servir de inspiración para otros.

En resumen, existe un vacío de liderazgo global justo en el momento en que se necesita enormemente. La atención del presidente Barack Obama está concentrada ahora en estimular a la anémica economía norteamericana, pergeñar recortes impositivos, reformar las políticas energéticas y de atención sanitaria y restablecer la confianza en las instituciones financieras de Estados Unidos. Y la Unión Europea sigue con su debate interno sobre cuál es la mejor manera de rescatar a sus bancos e industrias en quiebra, manejar las consecuencias de su expansión al Este, garantizar la fortaleza de la eurozona y estabilizar unas relaciones cada vez más escabrosas con Rusia.

¿Quién, entonces, puede tomar la delantera en los esfuerzos por crear una nueva arquitectura financiera global que refleje las complejidades del comercio del siglo XXI? ¿Quién puede promover consenso sobre una respuesta multilateral al cambio climático? ¿Quién reemplazará un régimen de no proliferación obsoleto, ofrecerá seguridad colectiva en las zonas calientes internacionales y tendrá ímpetu suficiente para impulsar conversaciones de paz de Oriente Medio?

La cumbre internacional celebrada en Washington en noviembre de 2008 subrayó el problema. Los países más ricos del mundo (el G-7) recurrieron a las potencias emergentes dentro del G-20 para que les ayudasen a coordinar una respuesta a la desaceleración financiera global. Pero si resulta difícil que siete países se pongan de acuerdo en algo, imaginen el desafío de generar consenso entre 20. Consideremos las opiniones contradictorias dentro de este grupo en materia de democracia, transparencia, el papel económico del Gobierno, las regulaciones de los mercados financieros y el comercio y cuál es la mejor manera de asegurar que las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial reflejen con justicia el equilibrio de poder global de hoy.

En los próximos años, cuando quienes estén en crisis recurran a Estados Unidos en busca de ayuda, es cada vez más probable que escuchen la palabra no. Y no está claro si alguien más querrá y podrá decir sí.

Fuente: ElPaís.com
Autor: Ian Bremmer (1969-) es un cientifico político especializado en la política exterior de EE.UU., los estados en transición, y de riesgo político global. Él es presidente de Eurasia Group y miembro senior del World Policy Institute. Autor del betseller The J Curve: A New Way to Understand Why Nations Rise and Fall (Simon & Schuster, 2006). Es colaborador habitual de The International Herald Tribune, Foreign Policy, The National Interest, The Harvard Business Review, The New Republic, The Washington Post, The Financial Times, The Wall Street Journal, y The New York Times.

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jueves, 19 de marzo de 2009

En crisis: las ideologías. Por Lluís Bassets

Basta ya de vacilaciones. La ecuación funciona perfectamente y no hay que darle más vueltas: la crisis de la izquierda es a la caída del Muro de Berlín (20 años ya) lo que la crisis de la derecha es a la caída de Lehman Brothers, y a lo que te rondaré morena que todavía no hemos visto. Lo dice incluso una de las sagradas biblias del capitalismo globalizado como el Financial Times, que acaba de abrir una rúbrica llena de interrogantes sobre el futuro del capitalismo. Martin Wolf se estrena con un soberbio análisis en el que reseña lo que escribió en 2007 (19 de junio): el nuevo capitalismo no había todavía pasado sus pruebas. “El examen ha llegado: suspenso. La era de la liberalización financiera ha terminado. A diferencia de los años 30, no existe ninguna alternativa creíble a la economía de mercado y los hábitos de la cooperación internacional son profundos”.

En Europa somos capaces de andar siempre con el paso cambiado. La izquierda es tan conservadora y la derecha tan rara como para que una vez más seamos incapaces de sintonizar con la otra orilla (lo intenta Brown, aunque de capa caída). La tentación populista es fuerte, como revelan el sarkozysmo y todavía más el berlusconismo. Quizás la más fuerte, siguiendo un lejano reflejo de la Gran Recesión del siglo pasado. Donde las cosas están en orden, en cambio, es en Estados Unidos: los republicanos se sienten como rebaño sin pastor (un 68 por ciento confiesa que no tienen líder); su propio Gobierno tuvo la oportunidad de liquidar lo que quedaba de sus recetas ideológicas y lo hizo (tiene razón Obama: la primera gran intervención ’socialista’ fue obra de Bush, con el objetivo no alcanzado de salvar la banca financiera; ¿de qué se van a quejar ahora?); y la única alternativa a los planes de impulsar una nueva economía verde y tecnológica la ofrece el radiofonista Rush Limbaugh, el Federico de las grandes praderas: rechazo total a la subida de los impuestos, rechazo tajante a la intervención del Estado.

Quienes lo tienen muy claro son nuestros amigos de Beijing. Sus ahorros siguen afluyendo hacia Estados Unidos vía bonos federales, con resultados interesantes para Obama: tiene líquido para emprender sus numerosos proyectos de cambio de modelo económico y no se le cae por los suelos la cotización del dólar. No es extraño que los chinos reivindiquen sus habilidades e incluso su ideología frente al desprestigiado liberalismo capitalista y su democracia representativa. La división de poderes o la alternancia les parecen cosas extrañas y perjudiciales para su exitosa fórmula de pluralismo dirigido por el Partido Comunista (también entre nosotros hay alérgicos a lo primero, en Madrid, y a lo segundo, en Bilbao; pero en ningún caso con tanto descaro ni sobre todo con resultados tan eficaces a la hora de poner en práctica las propias ideas).

Fuente: "De Alfiler al Elefante" - ElPaís.com
Autor: Lluís Bassets es periodista. Director adjunto de EL PAÍS. Se ocupa de las páginas y artículos de Opinión.

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domingo, 15 de marzo de 2009

La economía de la mentira. Por Javier Rey-Maquieira

"Miénteme y dime que me quieres". Así, con la mejor de las frases pero con la peor de las estrategias, se reivindica Johnny (Sterling Hayden) a Viena (Joan Crawford) en Johnny Guitar. Así, envueltos en datos que aún empeorarán, aparece una estrategia en la que la mentira reclama su papel protagonista.

Madoff mintió de manera tan vulgar que permite constatar que, en credulidad, ricos y pobres, listos y tontos somos asombrosamente semejantes. Los miembros del consejo de Lehman Brothers mintieron por su incapacidad para decir simplemente: "No lo entiendo". Otros trocearon la mentira, diferenciándola en su envoltorio, hasta venderla en los mercados internacionales. De nuevo, con la necesaria complicidad de la soberbia, algunos la compraron, endosándonos al resto un riesgo que, en el mejor de los casos, eran incapaces de comprender y medir. Así las cosas, los mercados financieros internacionales pasaron a intercambiar mentiras a precios de verdades. Y claro, mentiras de afuera financiando mentiras de adentro nos llevaron al rincón del perro acorralado que, según dicen, además de ladrar, muerde.

Ahí aparece nuestra historia en la que algunos de los narradores principales, "oxigenados" por el "tú más", o más bien "tú todo", nos contaron que en esa película nosotros éramos meros espectadores a los que, como máximo, se nos podía acusar de haber acudido cándidamente a un acto falso en el que desafortunadamente debíamos pagar una muy cara entrada. De esta manera, pasamos a convertirnos en cómplices de una tragedia parcialmente común en la que tendremos, sin duda, un claro protagonismo. Para ser precisos, muchos han mentido y todos nos hemos mentido.

Empezando por lo concreto, ¿nadie es capaz de reconocerse en la mentira de la concesión de hipotecas? ¿Nadie en su nombre o en el nombre de sus amigos recuerda ejemplos de préstamos concedidos sin atender a la mínima noción de riesgo? ¿Endeudamientos hipotecarios, con el aval de rentas generadas en el sector de la construcción, que alcanzaban a inmuebles de más de 300.000 euros financiados al 120%? Es, les puedo asegurar, muy sencillo; los demás tenían hipotecas basura y nosotros tenemos, en una importante fracción, una basura de hipotecas.

Siendo todo lo anterior grave, más complicado es aún el engaño colectivo en el que parecemos decididos a participar. Miren, una devaluación es, por el aviso de los demás, el fin de un autoengaño y el comienzo de un respiro que, en demasiadas ocasiones, conduce al mismo final; cuando hay integración monetaria, "nadie" te avisa de que no progresas adecuadamente y al final cuando te giras para pedir ayuda siquiera queda aire para respirar. Vayamos a loprosaico: en la primera mitad de los noventa necesitamos devaluar cerca de un 30% para que la economía pudiese recuperarse; después de unos diez años de compartir moneda hemos acumulado diferenciales de inflación con nuestros principales mercados que reflejan una pérdida de competitividad cercana al 20%, en el mejor de los casos. Si alguien está pensando en que esto puede ser simplemente el resultado de haberlo hecho bien, le recomiendo que se detenga en el dato del déficit por cuenta corriente, de aproximadamente el 10% del PIB por estas fechas y en el entorno del 5,5% cuando las devaluaciones nos despertaron de nuestros sueños en los noventa.

Algunos, muchos más de los que se recuerda y muchos menos de los que ahora lo dicen, habían ido avisando de que nuestra situación era insostenible, de que a la mentira que nos envolvía le quedaba escaso recorrido.

Vayamos pues a la exposición, a modo de trazos groseros, de algunas de las cosas que deberíamos hacer. Deberíamos pensar en dos tipos de escenarios: uno, ahora incluso "optimista", en el que la media de inflación en la UE esté cercana al 3%, y otro, en el que la inflación media se sitúe en el entorno del 0% o incluso con deflación. No vale la pena detenerse ahora en cómo hemos cambiado nuestras preferencias muchos economistas.

En el primer caso, aconsejaría una congelación del sueldo de los funcionarios por un mínimo de dos años, usando los recursos para un plan, bien estudiado, de infraestructuras públicas que aumentase a medio plazo la productividad. No tiene ningún sentido, en una situación en la que el paro va a superar claramente los 4.000.000, que el salario de quienes tienen asegurado también el puesto de trabajo siga subiendo; además, la mejora en la competitividad nos obliga a exigir esfuerzos y sacrificios a todos. Mientras tanto, es posible que, con la corrección de algunos errores, el plan de financiación de entidades locales debiera realizarse también en el año 2010.

Por otro lado, el Gobierno, con los necesarios controles para el futuro, debería evitar impagos y prórrogas injustificadas por parte de los ayuntamientos y otras administraciones. No es razonable que cuando el Estado disfruta de menores restricciones de liquidez que el sector privado sea éste quien financie las deudas de las Administraciones públicas.

En el resto de la economía debería intentarse, salvo en las empresas en las que el incremento de productividad y demanda lo justifique, un pacto de rentas que, a partir de una congelación de salarios, tuviese como objetivo primordial, al margen de suavizar las restricciones de liquidez, el aumento de la productividad del trabajo.

A medio y largo plazo, nuestra constricción principal es la educación y la innovación. Ahí algunos apuntes muy claros deberían ir en la dirección de profesionalizar la gestión de los centros públicos; especializar las universidades; reducir a tres años, salvo lógicas excepciones, los títulos de grado; establecer normas para una mayoría de las convocatorias públicas de investigación, que vinculen el éxito en la demanda con la vinculación financiera a empresas; "obligar" a las empresas de cierto tamaño a realizar o adquirir investigación.

Finalmente, sin prisas pero sin pausas, debería abordarse una reforma del mercado de trabajo que permita evitar la actual segmentación del mercado entre los trabajadores cuyos contratos son excesivamente rígidos y aquellos cuyos contratos son excesivamente flexibles. Una última apostilla; pienso que en la situación actual las reducciones de impuestos serían en general ineficientes y no resolverían los problemas de demanda que éstos sí vienen originados por la crisis internacional.

Para el segundo caso, cada vez menos descartable, la congelación de salarios públicos y de muchos salarios privados no permitiría resolver nuestro problema de competitividad, y por ello, aunque pueda resultar chocante, yo pienso que esa congelación debería ir acompañada de una subida de impuestos que permitiese financiar el incremento de infraestructuras públicas necesario para mejorar nuestra productividad. Claro, el resto de lo horrible se mantiene.

Como pueden ver, casi todo muy desagradable, aunque los que ya tenemos ciertas edades sabemos que el "miénteme y dime que me quieres" es el mejor de los contratos hacia la desesperación y el olvido.


Fuente: ElPaís.com
Autor: Javier Rey-Maquieira es profesor y decano del Departamento de Economía Aplicada de la Universitat de les Illes Balears (UIB).
Fotografía: Economist.com

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jueves, 12 de marzo de 2009

Cómo lidera Obama. Por Joseph S. Nye

Hace dos años, Barack Obama era un senador en su primer mandato que había manifestado interés en postularse para la presidencia. Mucha gente se mostraba escéptica ante la posibilidad de que un afroamericano con un nombre extraño y escasa experiencia pudiera ganar. Pero a medida que desarrolló su campaña, demostró que tenía los poderes necesarios -blando y duro- para gobernar.

El poder blando es la capacidad de atraer a los demás y sus cualidades esenciales son la visión, la inteligencia emocional y la capacidad de comunicar. Pero un líder necesita también cualidades del poder duro, como una capacidad organizativa y hasta maquiavélica. Igualmente importante es la inteligencia contextual que le permite variar la mezcla de estas habilidades en diferentes situaciones para producir las combinaciones exitosas que yo llamo "poder inteligente".

Durante su campaña, Obama demostró estas habilidades en su tranquila respuesta a las crisis, su visión de futuro y su soberbia capacidad organizativa. En cuanto a su inteligencia contextual, se había forjado desde abajo, con sus experiencias personales en Indonesia y Kenia y su comprensión de la política norteamericana a partir de su trabajo como organizador comunitario en Chicago.

Obama siguió demostrando estas habilidades en su casi perfecta transición. Al elegir a su principal rival, Hillary Clinton, como secretaria de Estado, y superar el partidismo para retener a Robert Gates como secretario de Defensa, demostró su disposición a contar con subordinados fuertes. En su discurso de toma de posesión, apeló al poder inteligente -"tender una mano abierta a quienes aflojen sus puños"-, pero también mostró responsabilidad en un momento en que los norteamericanos afrontan serios problemas económicos.

Es más, Obama ha iniciado su mandato de manera activa. En sus primeras semanas, ha comenzado sus promesas diseñando un plan de estímulo económico masivo, ordenando el cierre de Guantánamo, concediéndole una entrevista a la cadena Al Arabiya y enviando un importante emisario a Oriente Próximo.

George W. Bush dijo que su papel como líder era ser el que decide. Pero incluso aunque Bush hubiera sido mejor a la hora de decidir, la gente quiere algo más de un líder. Queremos a alguien que nos diga quiénes somos. Juzgamos a los líderes no sólo por la efectividad de sus acciones, sino también por sus significados.

La mayoría de los líderes se alimentan de la identidad y la solidaridad de sus grupos. Pero algunos ven obligaciones morales más allá de su grupo inmediato. Cuando Obama se enfrentó a una crisis por las incendiarias observaciones raciales de su ex pastor, no se evadió del problema, sino que usó el episodio para pronunciar un discurso que sirvió para ampliar la capacidad de entendimiento entre los norteamericanos blancos y negros.

El 11-S fue una oportunidad para que Bush expresara una nueva visión de la política exterior. Pero no logró producir una visión sostenible sobre el liderazgo de EE UU en el mundo. Una visión exitosa es aquella que combina inspiración con viabilidad. Bush nunca entendió esa combinación.

Obama necesitará utilizar tanto su inteligencia emocional como contextual si ha de restablecer el liderazgo norteamericano. Hace una década, lo convencional era pensar en un mundo con una hegemonía norteamericana unipolar. Los neocons llegaron a la conclusión de que EE UU era tan poderoso que podía hacer lo que quería, y que los demás no tenían otra alternativa que seguirle.

Este nuevo unilateralismo se basaba en un entendimiento profundamente erróneo de la naturaleza del poder -la capacidad de movilizar a los otros para obtener los resultados que uno quiere- en la política mundial. EE UU puede ser la única superpotencia, pero preponderancia no es imperio; puede influir, pero no controlar a otras partes del mundo. Que ciertos recursos produzcan poder siempre depende del contexto.

Para entender el poder y sus contextos en el mundo hoy, sugerí la metáfora de un juego de ajedrez tridimensional. En el tablero superior del poder militar, EE UU es la única superpotencia. En el tablero intermedio de las relaciones económicas, el mundo ya es multipolar. EE UU no puede obtener los resultados que quiere en comercio, lucha contra los monopolios y otras áreas sin la cooperación de la Unión Europea, China, Japón y otros. En el tablero inferior de las relaciones transnacionales fuera del control de los gobiernos -pandemias, cambio climático, control del narcotráfico o terrorismo transnacional, por ejemplo-, el poder está distribuido de manera caótica. Nadie ejerce el control.

Éste es el mundo complejo en el que Obama asume el liderazgo. Hereda una crisis económica global, dos guerras en las que hay desplegadas tropas estadounidenses y aliadas, crisis en Oriente Próximo y el sur de Asia y la lucha contra el terrorismo. Tendrá que lidiar con este legado y al mismo tiempo trazar un nuevo horizonte. Tendrá que tomar decisiones difíciles y a la vez crear una mayor sensación de sentido, donde EE UU vuelva a exportar esperanza y no miedo. Ésa será la prueba de fuego de su liderazgo.


Fuente: ElPaís.com / © Project Syndicate, 2009.
Autor: Joseph S. Nye, Jr., decano de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, fue presidente del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos y Secretario Adjunto de Defensa en el gobierno de Clinton. Autor de Soft Power: The Means to Success in World Politics.
Fotografía: las manos de Barack Obama.

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martes, 10 de marzo de 2009

La caída del imperio americano. Por Moisés Naím

Esto se acabó. La superpotencia estadounidense está en caída libre. La economía en bancarrota, sus bancos en barrena, deudas por las nubes, sus industrias manufactureras derrotadas por los rivales del Lejano Oriente y sus ejércitos empantanados en países que no entienden y enfrascados en una guerra a muerte contra terroristas globalizados a quienes entienden aún menos. Las cifras de desempleo estadounidense son las más altas en un cuarto de siglo mientras que el valor de las acciones de iconos como General Motors o Citicorp ha llegado a su nivel más bajo. El desprestigio de Estados Unidos es indiscutible y su declive como superpotencia está a la vista.

Ésta es, en apretado resumen, una visión que se está popularizando acerca de la situación y perspectivas de Estados Unidos y de su papel en el mundo. Yo no la comparto.

Es obvio que la economía, la influencia y el prestigio de Estados Unidos están pasando por uno de los peores momentos que puedan recordarse. Pero es igualmente obvio que sus rivales también están atravesando por una muy mala racha. Y si bien es cierto que mal de muchos es consuelo de tontos, también es cierto que, en términos de la economía y la política mundiales, lo que le pasa a un país no es lo único que cuenta. También cuenta -y mucho- lo que les pasa a otros países; especialmente a sus principales rivales y aliados. Y en estos tiempos los demás países se están debilitando más que Estados Unidos.

En 1972, el presidente Richard Nixon también presagió el descenso de la hegemonía de su país. Según él, Estados Unidos estaba destinado a perder influencia a manos de Rusia, China, Europa y Japón. Ya sabemos cómo le fue a ese pronóstico.

Recientemente se puso de moda la idea de que los países emergentes del llamado grupo BRIC -Brasil, Rusia, India y China- junto a otras naciones asiáticas, y con una Unión Europea unida y revitalizada, se constituirían en un inevitable contrapeso a Washington.

Pero la realidad es que la crisis ha golpeado a todos estos países más que a Estados Unidos. Y también es cierto que, con la excepción de China, su reacción ante la crisis ha sido más lenta y menos agresiva. Además, el estancamiento japonés, la desunión europea, la fragilidad de las economías emergentes -incluyendo la de China- y el devastador impacto de la caída del precio del petróleo para los bañados en crudo: Rusia, Irán o Venezuela, obligan a ver la presunta decadencia de Estados Unidos desde otra perspectiva.

Y a pesar de los editoriales y artículos anunciando que el mundo ya no quiere saber nada más del fraudulento e inhumano modelo estadounidense, en la práctica -e independientemente de las malas noticias que vienen de Washington y Wall Street- los ahorradores del mundo continúan buscando refugio en el dólar y en los bonos del Tesoro de ese país.

¿Está usted dispuesto a colocar sus ahorros en bonos emitidos por el Gobierno ruso? ¿Por el chino? ¿Ve a Japón despertándose de su prolongado letargo económico? ¿Cree usted que los esfuerzos de revitalización económica que se están haciendo en Europa darán resultados antes de los que está ejecutando el Gobierno de Barack Obama?

Si bien no hay certeza de que las iniciativas de Obama vayan a sacar a su país de la profunda crisis que padece, de lo que no hay dudas es de que el nuevo presidente ha reaccionado con gran celeridad y ha logrado movilizar recursos en volúmenes inimaginables. Tampoco hay dudas de que el Gobierno de Obama impondrá profundos cambios al modelo socioeconómico que ha imperado en Estados Unidos durante décadas. El sector financiero será más estrechamente regulado, la seguridad social será fortalecida, la desigualdad económica combatida, el Estado pesará más en la economía y la lucha contra el calentamiento global, intensificada. De la misma manera que sus predecesores -especialmente George W. Bush- se excedieron en el peso que le dieron al mercado es casi seguro que Obama se exceda -en parte obligado por las circunstancias- en el peso que dará al Estado. También sabemos que muchos de los remedios que se están utilizando tendrán efectos negativos más adelante: mayor inflación, por ejemplo.

Pero de lo que no hay duda es de que el nuevo presidente está dispuesto a usar todos los recursos de su país para reactivarlo tanto económica como social, tecnológica y políticamente. El éxito no está garantizado. El intento sí.


Fuente: El País.com
Autor: Moisés Naím. Venezolano, ex ministro de Industria y Comercio de Venezuela entre 1989 y 1990 y antiguo director ejecutivo del Banco Mundial. Director en jefe de la edición norteamericana de Foreign Policy y columnista de El País, Financial Times, Newsweek, Corriere della Sera, L'Espresso, TIME, Le Monde, Berliner Zeitung entre otras publicaciones.
Fotografía: montaje Menesez Filipov

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domingo, 8 de marzo de 2009

Max Weber en la Casa Blanca. Por Lluís Bassets

Ningún gobernante puede eludir la disonancia entre la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción estudiada por Max Weber hace casi un siglo en su conferencia La política como profesión. Como Barack Obama no iba a ser una excepción, no han bastado ni siquiera cien días para que empezaran a apuntar algunas minúsculas señales oscuras, todavía pequeñas motas de polvo, sobre su radiante imagen. El nuevo presidente dio pasos contundentes, solo llegar a la Casa Blanca, con sendos decretos presidenciales en los que se prohíbe la tortura y se programa el cierre de la base de Guantánamo para 2010. Su compromiso con esta política de respeto y promoción de los derechos humanos ha tenido un sonoro reflejo en dos de sus grandes discursos, en la toma de posesión y en su primera alocución ante las dos cámaras reunidas, que se sintetiza en su idea de hacer compatibles la seguridad nacional y la defensa de los valores democráticos.

Todas las exigencias que se le presentan se podrían resumir en cuatro: predicar con el ejemplo; reincorporarse a la comunidad internacional en la firma y cumplimiento de tratados y convenciones sobre derechos humanos; reformular y ajustar una política exterior acorde en su actitud rigurosa ante los incumplimientos de los países socios; e investigar y depurar razonablemente las responsabilidades respecto a los desmanes perpetrados durante la presidencia de George W. Bush. En los cuatro puntos todo está en mantillas, o lo que es aún peor, empiezan a producirse titubeos o muestras de criterio escaso.

No es un buen comienzo que Hillary Clinton, en su primera salida al exterior, declare las relaciones con China exentas de toda exigencia en este capítulo. La orden de detención contra el jefe de Estado sudanés, Omar al Bashir, viene a recordar a su vez alguna de las cuentas pendientes a liquidar con urgencia: Estados Unidos, que firmó con Bill Clinton el estatuto de creación de la Corte, no quiso luego ratificarlo, ya con Bush, y legisló en su contra, prohibiendo colaborar con ella y protegiendo a sus ciudadanos de sus acciones; aunque toda esta acción unilateralista no le impidió a Bush estar a favor de que Al Bashir fuera acusado de genocidio. Pero es evidente que Obama no podrá plantear a medio plazo una política exigente respecto a la situación de los derechos humanos en las dictaduras o democracias soberanas amigas si antes no ha dejado limpio y en orden el patio interior y a la vez se ha incorporado al grupo de países más cumplidores.

Y ahí es donde están llegando noticias inquietantes. Un alto cargo del Departamento de Justicia, Neal Katyal, ha sugerido a la Casa Blanca la creación de un tribunal de seguridad nacional que permita la detención preventiva por tiempo indefinido y sin juicio de determinados sospechosos de terrorismo. Detrás de estas ideas se halla la resolución del problema que plantea el cierre de Guantánamo, donde hay un grupo de terroristas que podrían quedar en libertad si el Gobierno se limitara a llevar a los presos ante un tribunal ordinario.

En tres de las sesiones congresuales de confirmación de sendos nombramientos presidenciales se han escuchado expresiones preocupantes respecto al escrupuloso respeto a los derechos humanos prometido por Obama en su campaña. Se trata de Elena Kagan, la procuradora general del Estado, que actúa en nombre del Gobierno ante el Tribunal Supremo; el fiscal general, Eric Holder; y el director de la CIA, Leon Panetta. La aplicación del código militar a los terroristas, de nuevo el concepto de tortura y las autorizaciones excepcionales a los servicios secretos para detenciones o secuestros ilegales son los puntos que no han quedado suficientemente aclarados y descartados en estas comparecencias.

Tampoco está claro que la nueva Administración dé vía libre a la exigencia de responsabilidades por las acciones ilegales realizadas desde la anterior Casa Blanca en la lucha antiterrorista. La CIA acaba de reconocer que autorizó la destrucción de 92 vídeos de interrogatorios, presumiblemente con uso de torturas, con una finalidad fácilmente reconocible de obstaculizar la investigación. El Departamento de Justicia ha levantado el secreto sobre nueve de los famosos memos de los consejeros legales de Bush que cubrían las acciones ilegales del Gobierno con sus opiniones jurídicas. Pero falta por desvelar todavía el contenido de otros 35 documentos secretos.

La responsabilidad de Obama es salvaguardar la seguridad de sus conciudadanos y defender sus intereses en el mundo. Cuanto más se aleje esta responsabilidad de sus convicciones, peor le irán las cosas. La razón es sencilla: Obama ha hecho de la transparencia política un instrumento y a la vez un objetivo; una convicción o valor dentro de su concepto de la sociedad democrática. De ahí que será la propia transparencia del sistema que está construyendo la que pondrá en evidencia sus fallos, sean sólo motas de polvo como ahora o se conviertan en horribles lamparones como los que rompieron la imagen de su antecesor.


Fuente: ElPaís.com
Autor: Lluís Bassets es periodista. Director adjunto de EL PAÍS. Se ocupa de las páginas y artículos de Opinión.
Cartoons: Cam Cardow / The Ottawa Citizen

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domingo, 1 de marzo de 2009

Colapso generalizado: EEUU se prepara para lo peor, según la cadena Fox News

Los 4 escenarios del "Pearl Harbor financiero"

El viernes pasado, 20 de febrero de 2009, el programa "The War Room" ("La sala de guerra") que conduce el periodista estadounidense Glenn Beck por Fox News Television, una cadena ultraconservadora y militarista, emitió un programa especial dedicado a evaluar "qué pasaría si.." (what if?) ocurriese un "11 de septiembre económico" ("an Economic 911"), para cuyo análisis utilizaron la metodología militar del planeamiento estratégico, aplicando escenarios probables de eventos de alto impacto (al estilo de los juegos de guerra). El informe televisivo ultraconservador coincide llamativamente con un primer informe de la CIA, en la era Obama, difundido la semana pasada, advirtiendo sobre la posibilidad de un "Pearl Harbor financiero", cuyos escenarios van desde un ataque asiático contra el dólar, regreso del nacionalismo anti-EEUU, hasta procesos de caos económico en países de Europa del Este, en un contexto mundial donde la crisis económica se va a convertir en un "enemigo mucho más peligroso" que el "terrorismo" para la seguridad nacional de EEUU.

Prepararse para lo peor

El programa de Fox New se inicia señalando que el gobierno de EEUU acaba de realizar un ejercicio de planeamiento sobre qué hacer en caso de un "ataque coordinado de dos días de duración contra los Estados Unidos".. El periodista Glenn Beck, el conductor, se pregunta de qué se trata todo esto, y luego recuerda una frase del ex-senador William J. Fulbright (figura clave en el establishment norteamericano de hace treinta años), quien dijera que "debemos atrevernos a pensar en lo impensable, porque si lo impensable nos llega a ocurrir, entonces no habrá tiempo para pensar, y las acciones que tomemos las haremos sin pensar".

El periodista Beck repitió el axioma de que el mejor planeamiento consiste en "prepararse para lo peor", y si luego no ocurre, mejor. Todos los escenarios evaluados se basan en la premisa "Estamos en el año 2014".

Llamativamente el informe de Fox New coincide con un primer informe de la CIA de la era Obama, difundido la semana pasada, en el cual se evalúa que la crisis financiera internacional representa actualmente la amenaza número uno a la seguridad nacional de los Estados Unidos.

En un dramático informe presentado ante el Comité de Inteligencia del Senado, el Director de la Inteligencia Nacional de Barack Obama, el almirante (R) Dennis Blair dijo la semana pasada que esta nueva amenaza y sus implicancias geopolíticas son hoy mucho más graves que el "terrorismo internacional".

Primer escenario: Colapso financiero total

El Indice Dow Jones Industrial Average cae a 2800 puntos. El desempleo supera el 12%. Todos los bancos son nacionalizados. El mercado inmobiliario colapsa, el oro llega a US$ 8.000 la onza, comienzan a circular monedas alternativas, y el trueque se convierte en la forma de intercambio económico.

Este escenario fue evaluado por los analistas Gerald Celente del Trends Research Institute (Instituto de Análisis de Tendencias), quien recomienda "prepararse y planificar para lo peor y luego, dar un paso atrás". y el periodista Stephen Moore de The Wall Street Journal (que en Dic. 08 prestó credibilidad al análisis del ruso Igor Panarin, quien vaticinó el colapso del dólar y la balcanización de Estados Unidos) y autor del libro "The End of Prosperity" (El fin de la prosperidad).

Segundo escenario: Ingobernabilidad y caos social

Ante la emergencia del primer escenario, se evalúan los límites de la libertad de opinión y de prensa, en un contexto de caos donde crecientes sectores poblacionales visualizan la crisis como la traición del mandato que el gobierno recibió del pueblo.

Un entrevistado, Onkar Ghote (del Ayn Rand Institute), señala que existe peligro de que el gobierno imponga limitaciones a la emisión de opinión y genere una "línea oficial" de pensamiento. El periodista Beck recuerda a la audiencia como antecedente, que cuando EEUU entró en la primera guerra mundial en 1917, llegó a haber 150.000 prisioneros políticos cuyo único delito fue haber manifestado su oposición a aquella guerra. ¿Puede volver a ocurrir?

Otro entrevistado, el Sargento Mayor del Ejército de EEUU, Tim Strong habló del "Bubba Effect", que surge en la milicia cuando los combatientes dejan de confiar en sus comandantes y se (re)agrupan en compactas y sólidas celdas o grupos, unidos por intereses y objetivos en común cimentados en la lealtad, normalmente volcada sobre algún oficial capaz, experimentado y carismático.

En Alemania, tras el caos producido por la traición y derrota en la primera guerra mundial de 1919, se formaron las conocidas Unidades "Roswell" que operaban de manera similar, logrando contrarrestar en parte el terrible caos nacional de entonces. El Sgto. My. Strong indica que estas tendencias ya existen entre grupos civiles dentro de los EEUU: vecinos, amigos y familiares que se unen y coordinan entre sí, almacenando víveres, combustible, armas, y todo tipo de elemento necesario para la supervivencia en casos de emergencias. "Operan como comunas que recuerdan a la película Mad Max", y son la consecuencia del "creciente aislamiento del pueblo ante la inoperancia de sus líderes, por cuanto el gobierno ha traicionado la Constitución."

Otro entrevistado, Michael Sheuer, ex jefe de la Unidad Bin Laden de la CIA y autor del libro "Marching Towards Hell" (Marchando hacia el infierno) subraya la "tiranía de la incompetencia del gobierno" y comenta que un estudio realizado por The Heritage Foundation (un think tank republicano), se estima que para pagar los gigantescos salvatajes y déficits que el gobierno de EEUU está incurriendo y los que piensa incurrir en los próximos años, cada ciudadano tendrá que pagar impuestos del orden del 80 al 90 por ciento de sus ingresos, cosa que obviamente no ocurrirá puesto que antes se producirá una rebelión generalizada.

Cuando el periodista Beck pregunta a los entrevistados qué se debe hacer para detener todo esto a lo que tanto Michael Sheuer como Tim Strong responden diciendo que no creen que se deba hacer nada (!!!). En ese momento, Beck se muestra alarmado (ver minuto 5:12 de la "parte 4" del video) ante la respuesta de sus entrevistados.

Tercer escenario: Estallidos sociales globales

En el programa de Fox New se señala también que el ejército norteamericano está realizando ejercicios en el estado de Iowa y otros estados para hacer frente a "disturbios civiles", aunque Tim Strong aclara que "no cree que las fuerzas armadas disparen sobre ciudadanos norteamericanos".

Estos Disturbios Civiles Globales surgirían cuando EEUU deje de ser el "policía del mundo" (un mundo al que se compara con "lo que ocurre cuando el maestro sale del aula y todos hacen un gran lío", agregando (como era previsible) que los principales "lieros" serán "los islámicos").

A esto se le agrega el hecho de que Méjico colapsará en el caos, y será tomado por narco-pandillas, cuyos efectos se propagarán a EEUU donde ciudades como Nueva York se parecerán crecientemente a Méjico y Calcuta.

Cuarto escenario: Guerra en Medio Oriente

Se evalúa lo que ocurrirá si se producen ataques contra oleoductos y gasoductos en Medio Oriente y otras regiones debido al caos social si el precio del petróleo cae a US$ 6 el barril como consecuencia de la interrupción de la actividad económica mundial.

Se prevé también que casi no habrá actividades turísticas a nivel global a causa de la falta de seguridad. Se estima además que el primer país en ingresar al caos en Europa Oriental será Ucrania, y el primer país en en ingresar al caos en Occidente será Irlanda, mientras que habrá más de 50 millones de desempleados en Occidente.

Estas evaluaciones las hacen Brad Thor (ex Jefe de la Unidad Celda Roja de Departamento de Seguridad Interior, y autor de "The Last Patriot" ("El último patriota"), y Bob Baer, ex-agente de la CIA, quienes señalan entre otras cosas que ante la victoria del ultra-derechista sionista Benjamin Netanyahu como primer ministro de Israel, un flamante estudio del Pentágono acaba de aumentar la "probabilidad de guerra en el corto plazo en Medio Oriente al 55%".

El informe estima además que Netanyahu reiniciará la invasión y ataques a Gaza, lo que producirá una nueva escalada de la violencia en un escenario donde posiblemente Hezbollah atacará a Israel desde el norte, llevando a Israel a atacar "centros de Hezbollah en Damasco, Siria", lo que hará que Irán ataque instalaciones petroleras en Medio Oriente vitales para EEUU e Israel, al tiempo que seguirá con su plan nuclear.

A ello agregó Brad Thor que si EEUU se viera limitado en su capacidad de defender a Israel, entonces "Israel tendrá todo el derecho de atacar a Irán", otro ejemplo más del determinante poder que mantiene el sionismo sobre el gobierno de Estados Unidos.

El último entrevistado fue Bob Sherwood, fundador del The Survivors' Club (El club de los sobrevivientes), quien enfatizó la necesidad de tomar conciencia del "enemigo interno" y de la necesidad de que estemos en "alerta temprana".

Señaló la necesidad de "recablearnos" ("rewire ourselves"), o sea, reprogramarnos para poder hacer frente a las terribles crisis que seguramente sobrevendrán en los Estados Unidos y otras partes. Puso como ejemplo, el hecho de que desde hace tres décadas los 30 millones de habitantes del estado de California han sido "reprogramados" por las autoridades para estar preparados para "el Gran Terremoto" que se supone golpeará California (evento de baja probabilidad pero de alto impacto).

Concluyó diciendo que ante crisis terminales de este tipo, hay básicamente 5 clases de personas: los que pelean (o sea, activistas que se volcarán a la desobediencia civil), los que piensan (o sea, quienes ayudan a planificar y hallar soluciones novedosas), los realistas (quienes aceptan los hechos y tratan de superarlos sin rebelarse), los que se conectan (o sea, quienes tienen la solidaridad social como eje central de su comportamiento), y los creyentes (quienes básicamente se encomiendan a Dios).

El programa The War Room del viernes pasado emitido en vivo por Fox New, concluyó enfatizando la conveniencia de "creer en Dios" y en la misión especial de los EEUU, al tiempo que recalcó la necesidad de "estar preparados".

Lamentablemente este programa se encuentra en vídeos solamente en idioma inglés. pero aqui estan ellos:











Fuente: IAR Noticias
Nota: Este informe fue elaborado teniendo como fuente original una traducción al español del programa de Fox New realizada por el consultor internacional y conferencista, Adrian Salbuchi, y publicada en su sitio www.asalbuchi.com.ar

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