¿Ya no se lleva la libertad? Por Antonio Argandoña
¿No convendrá acudir también a la religión, para entender qué es la libertad?
El pasado 24 de diciembre, el Wall Street Journal publicó un editorial que ya había aparecido el año pasado. ¿Iban cortos de material? ¿Se les habían acabado las ideas? A lo mejor es que el tema era importante... Bueno, de hecho vienen publicando ese mismo editorial desde hace 59 años. Y parece que muchos de sus lectores todavía no se han enterado de su mensaje.
Hoy, a muchos conciudadanos nuestros ese artículo les habrá sonado a un idioma desconocido. De entrada, el título está en latín: In hoc anno Domini, en este año del Señor. Luego, parece políticamente incorrecto, porque hace una referencia directa a la religión cristiana. Recuerda el viaje de Pablo de Tarso a Damasco para detener a los cristianos que encontrase y llevárselos a Jerusalén para ser juzgados. En aquel viaje, Pablo se encontró con alguien, Jesús, que él creía que era un fantasma del pasado, pero que estaba vivo y que se sentía identificado con aquellos desgraciados a quienes Pablo quería castigar. Y empezó a pensar de otra manera.
Vermont Royster, el editorialista del Wall Street Journal en 1949, no pretendía hablar de religión. A su periódico le preocupaba la libertad: poco antes había acabado la más terrible guerra de la historia, y el mundo parecía indeciso entre un comunismo rampante y un socialismo no menos amenazante. El editorial que comento recuerda también cómo el mundo en que vivía Pablo de Tarso no era un mundo libre. Había, sí, paz y orden, pero mucha opresión para los que no eran amigos de Tiberio César, “los que se atrevían a pensar de manera diferente eran perseguidos… aquellos que venían de tribus que no era romanas eran esclavizados… y, sobre todo, había en todas partes un desprecio de la vida humana”. Aquel hombre que se cruzó con Pablo en el camino de Damasco había venido para defender la libertad.
A las mujeres y los hombres de 2009 quizás nos llame la atención que un periódico económico, laico, que se edita para ganar dinero (pero también para difundir ideas), utilice argumentos religiosos para defender la libertad. Y que lo hiciese no sólo hace casi seis décadas, sino que lo vuelva a repetir cada año.
De esta insistencia del Wall Street Journal en defender la libertad humana con argumentos del cristianismo me gustaría sacar una conclusión y hacerme una pregunta. Empezaré por ésta: ¿qué ha cambiado, para que hoy esa religión no nos hable de libertad? ¿Ha cambiado la religión? No parece que este sea el caso. Entonces, ¿ha cambiado el concepto de libertad? Sospecho que sí: ahora queremos “andar erguidos y no inclinar la cabeza ni siquiera ante Dios” —quizás nos hemos hecho una idea errónea de quién es ese Dios—. Cuando uno anda muy erguido, puede pisar a los demás. O, como dice también el editorial, quizás hemos vendido “nuestros derechos como hijos de Dios, a cambio de un plato de potaje, y ya no andamos en la libertad”. De buena fe, sin duda, pero no sabemos qué es ser libres.
Y la conclusión: ¿no habrá algo de verdad en los argumentos del Wall Street Journal? Quiero decir, ¿no convendrá acudir también a la religión, para entender qué es la libertad? Ya sé que esto no se lleva hoy, pero ¿quiénes son esos nuevos césares que nos dicen qué lecturas nos convienen y cuáles no, excluyendo, por ejemplo, las de aquel Pablo de Tarso que descubrió la libertad, hace dos mil años, en el camino de Damasco?
Fuente Gaceta.es
Autor: Antonio Argandoña
Fotografía: La conversión de san Pablo, cuadro de Bartolomé Esteban Murillo. Madrid, Museo del Prado.
El pasado 24 de diciembre, el Wall Street Journal publicó un editorial que ya había aparecido el año pasado. ¿Iban cortos de material? ¿Se les habían acabado las ideas? A lo mejor es que el tema era importante... Bueno, de hecho vienen publicando ese mismo editorial desde hace 59 años. Y parece que muchos de sus lectores todavía no se han enterado de su mensaje.
Hoy, a muchos conciudadanos nuestros ese artículo les habrá sonado a un idioma desconocido. De entrada, el título está en latín: In hoc anno Domini, en este año del Señor. Luego, parece políticamente incorrecto, porque hace una referencia directa a la religión cristiana. Recuerda el viaje de Pablo de Tarso a Damasco para detener a los cristianos que encontrase y llevárselos a Jerusalén para ser juzgados. En aquel viaje, Pablo se encontró con alguien, Jesús, que él creía que era un fantasma del pasado, pero que estaba vivo y que se sentía identificado con aquellos desgraciados a quienes Pablo quería castigar. Y empezó a pensar de otra manera.
Vermont Royster, el editorialista del Wall Street Journal en 1949, no pretendía hablar de religión. A su periódico le preocupaba la libertad: poco antes había acabado la más terrible guerra de la historia, y el mundo parecía indeciso entre un comunismo rampante y un socialismo no menos amenazante. El editorial que comento recuerda también cómo el mundo en que vivía Pablo de Tarso no era un mundo libre. Había, sí, paz y orden, pero mucha opresión para los que no eran amigos de Tiberio César, “los que se atrevían a pensar de manera diferente eran perseguidos… aquellos que venían de tribus que no era romanas eran esclavizados… y, sobre todo, había en todas partes un desprecio de la vida humana”. Aquel hombre que se cruzó con Pablo en el camino de Damasco había venido para defender la libertad.
A las mujeres y los hombres de 2009 quizás nos llame la atención que un periódico económico, laico, que se edita para ganar dinero (pero también para difundir ideas), utilice argumentos religiosos para defender la libertad. Y que lo hiciese no sólo hace casi seis décadas, sino que lo vuelva a repetir cada año.
De esta insistencia del Wall Street Journal en defender la libertad humana con argumentos del cristianismo me gustaría sacar una conclusión y hacerme una pregunta. Empezaré por ésta: ¿qué ha cambiado, para que hoy esa religión no nos hable de libertad? ¿Ha cambiado la religión? No parece que este sea el caso. Entonces, ¿ha cambiado el concepto de libertad? Sospecho que sí: ahora queremos “andar erguidos y no inclinar la cabeza ni siquiera ante Dios” —quizás nos hemos hecho una idea errónea de quién es ese Dios—. Cuando uno anda muy erguido, puede pisar a los demás. O, como dice también el editorial, quizás hemos vendido “nuestros derechos como hijos de Dios, a cambio de un plato de potaje, y ya no andamos en la libertad”. De buena fe, sin duda, pero no sabemos qué es ser libres.
Y la conclusión: ¿no habrá algo de verdad en los argumentos del Wall Street Journal? Quiero decir, ¿no convendrá acudir también a la religión, para entender qué es la libertad? Ya sé que esto no se lleva hoy, pero ¿quiénes son esos nuevos césares que nos dicen qué lecturas nos convienen y cuáles no, excluyendo, por ejemplo, las de aquel Pablo de Tarso que descubrió la libertad, hace dos mil años, en el camino de Damasco?
Fuente Gaceta.es
Autor: Antonio Argandoña
Fotografía: La conversión de san Pablo, cuadro de Bartolomé Esteban Murillo. Madrid, Museo del Prado.
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